Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos han culminado con un desenlace que pocos anticipaban: Donald Trump, en un histórico regreso al poder, ha derrotado de manera aplastante a Kamala Harris, consolidando su influencia en un país marcado por la polarización y el descontento social. La campaña de Trump, centrada en una economía sólida, la seguridad nacional, la política de migración y en afirmaciones descabelladas e insólitas, movilizó a millones de votantes que se sintieron atraídos por su promesa de cambio ante un escenario de crisis y división. Este triunfo simboliza no solo su retorno político, sino también el cuestionamiento, por una buena parte del electorado, de las políticas demócratas y el consiguiente descontento en vastas regiones del país, que fueron feudos durante décadas del Partido Demócrata y que hoy han pasado a manos republicanas.
Estas elecciones a la presidencia de los Estados Unidos de 2024, celebradas el 5 de noviembre, han sido uno de los procesos más intensos y polarizados en la historia reciente del país. El sistema electoral, indirecto como es tradicional, se basado en el Colegio Electoral, donde los votos de los ciudadanos se reflejan a través de un número determinado de compromisarios en cada estado. La contienda comenzó con la decisión del presidente Joe Biden de postularse para la reelección, una decisión que fue cuestionada por numerosas críticas debido a su avanzada edad y las dudas sobre su estado de salud. Esto generó tensiones internas en el Partido Demócrata, lo que culminó en su anuncio de retirar su candidatura el 21 de julio de 2024 para rebalidar su segundo mandato presidencial. En un movimiento estratégico, Biden decidió respaldar oficialmente a su vicepresidenta, Kamala Harris, quien asumió la candidatura del partido el 5 de agosto de 2024. Harris se convirtió en la figura central de la campaña demócrata, prometiendo continuar los proyectos sociales y económicos impulsados durante la administración de Biden, aunque con su propio enfoque y propuestas.
El Partido Republicano, por su parte, nominó a Donald Trump como su candidato oficial, ya que el neoyorkino buscaba obtener un segundo mandato no consecutivo, algo que solo un presidente en la historia de Estados Unidos había logrado: Grover Cleveland, quien retornó al poder en 1893. Trump, conocido por su estilo polémico y su influencia en las bases conservadoras, centró su campaña en una fuerte crítica a las políticas demócratas, especialmente en temas económicos y de seguridad. La plataforma de Harris, por otro lado, priorizó la expansión de la atención médica, la inversión en políticas de cambio climático y un compromiso con la igualdad social y racial. La candidata demócrata hizo hincapié en el fortalecimiento de la economía a través de inversiones en infraestructura y educación, proponiendo un modelo inclusivo que buscaba beneficiar a todas las comunidades, especialmente las minorías y los sectores más vulnerables.
En contraste, Trump apostó por una agenda de reducción de impuestos y desregulación económica, con el objetivo de estimular el crecimiento. Su mensaje, dirigido a las bases conservadoras, incluyó un enfoque en el fortalecimiento de la seguridad fronteriza y la reducción de la inmigración ilegal. Además, Trump destacó su intención de robustecer las fuerzas del orden y reforzar el papel de Estados Unidos en la defensa internacional. A pesar de tener muchos frentes judiciales abiertos y esas rocambolesca teorías conspirativas que marcaron gran parte de su campaña, Trump logró conectar con un sector del electorado que se sentía desencantado con las políticas demócratas, particularmente en temas de economía y seguridad. Y luego el fallido intento de asesinato en julio del 2024, cuando Trump sobrevivió a un posible magnicidio, donde ese incidente movilizó aún más a sus seguidores.
El resultado final reflejó este clima de insatisfacción y polarización, donde Donald Trump obtuvo una victoria con 74.834.220 votos, lo que representó el 52% del electorado, mientras que Kamala Harris alcanzó los 71.239.698 votos, un 48%. Esta diferencia de 3.594.522 votos fue decisiva y le otorgó a Trump una mayoría de 312 votos electorales frente a los 226 obtenidos por Harris de los 538 votos electorales totales disponibles en el Colegio Electoral. Para ser presidente, necesitas obtener un mínimo de 270 votos electorales.