El 24 de agosto de 2006, tras largas discusiones y por unanimidad en la XXVI Asamblea General de la UAI celebrada en la ciudad de Praga, la Unión Astronómica Internacional hizo pública una nueva definición del término "planeta" que excluye definitivamente a Plutón del selecto grupo planetario. Desde ese momento, el sistema solar ha reducido su número, pasando de nueve miembros a ocho, donde el último planeta descubierto en 1930 por el astrónomo estadounidense Clyde Tombaugh, pasa a engrosar una nueva lista, en la que Plutón, junto al asteroide Ceres y Eris, un nuevo cuerpo celeste descubierto en el cinturón de Kuiper y la zona del disco disperso, son clasificados como "planetas enanos".
Todo empezó a cuestionarse a partir del año 1993, cuando comenzaron a descubrirse cuerpos similares en la misma región en la que se situaba Plutón. Y se acrecentó aún más cuando, en 2002, se descubre a Quaoar, en 2003 a Sedna y en 2005 a Eris, este último con una masa mucho mayor que Plutón. Estos hechos cuestionaron todo lo relativo a la categoría planetaria que tenía el dios del inframundo.
Como ya he comentado, el término o denominación de planeta enano se adopta en agosto de 2006 en la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional después de un intenso y acalorado debate para aclarar la clasificación de los objetos que orbitan alrededor del Sol. Esta nueva definición se precipita particularmente por el descubrimiento de Eris en enero de 2005, un objeto similar en tamaño a Plutón, entonces considerado un planeta, y por la perspectiva de descubrir en el futuro muchos otros objetos de un tamaño que podría convertirlos en planetas. Descubrimientos que no tardaron en darse, ya que se han ido catalogando cientos de objetos más allá de la órbita del planeta Neptuno, en la zona del cinturón de Kuiper y el disco disperso.
Según la UAI, para que un astro u objeto celeste sea catalogado como un planeta, tienen que darse los siguientes requisitos: debe ser un cuerpo celeste que orbite alrededor del Sol. Debe tener suficiente masa para que su gravedad supere las fuerzas cohesivas del cuerpo sólido y lo mantenga en equilibrio hidrostático, en forma casi esférica, y debe haber podido eliminar cuerpos que puedan moverse en su órbita cercana, siempre que no sea un satélite. Por este motivo, Plutón fue descatalogado como planeta, para engrosar la lista de planetas enanos, ya que no reunía uno de los nuevos requisitos que en votación propuso en el año 2006 la asamblea de la UAI en Praga. Ese requisito es "limpiar" su órbita de otros objetos, es decir, ser gravitacionalmente dominante en su vecindad orbital.
Plutón cumple con los dos primeros criterios: orbita alrededor del Sol y tiene suficiente masa para tener una forma casi redonda. Sin embargo, no cumple con el tercer requisito, ya que no ha "limpiado" su órbita de otros objetos. Plutón comparte su órbita con otros cuerpos en el Cinturón de Kuiper, una región del Sistema Solar que contiene muchos objetos helados y pequeños planetas enanos. Debido a esto, la UAI reclasificó a Plutón como un "planeta enano" en lugar de un planeta clásico.
También fueron catalogados como planetas enanos el que fuera en su momento el principal cuerpo celeste del cinturón de asteroides, Ceres, así como el nuevo objeto transneptuniano descubierto, Eris, conocida popularmente como Xena. En 2008, esta lista se amplió a dos miembros más: Makemake y Haumea, y está todavía pendiente que el número de sus miembros aumente significativamente.
A pesar de estas incorporaciones, el debate sobre la clasificación de objetos en el sistema solar continúa, y muchos científicos creen que aún hay más cuerpos celestes que podrían ser designados como planetas enanos en el futuro. La exploración continua del espacio y el avance de la tecnología seguramente nos llevarán a descubrimientos adicionales que desafiarán nuestras percepciones actuales del Sistema Solar.
Pero, ¿este cambio en la degradación del estatus quo de Plutón afecta significativamente a todo lo desarrollado previamente en el mundo astrológico con respecto a las características de Plutón, y nos obliga también a replantearnos, excluyéndolo de cualquier gráfico natal y metiéndolo de lleno en el baúl de los recuerdos como un juguete roto, ya que no está en sintonía para poder afectar, influir o perturbar a un individuo en su carácter y en muchos de los acontecimientos de su vida? O, en su caso, si lo elevamos a una escala global, ¿debemos cuestionarnos sus posibles reacciones e impactos en determinados sucesos sociales e históricos que puede experimentar la humanidad dentro de la astrología? La respuesta es no. Plutón puede ser degradado, se le puede modificar su condición categórica, volver a ser catalogado o rebautizado como planeta, pero, a nivel astrológico, a nadie se le escapa que sus características siguen siendo las mismas en el campo de la astrología, independientemente de su nueva categoría astronómica. Esas características astrológicas siguen intactas.
La esencia astrológica de Plutón trasciende su definición en el ámbito de la astronomía. Desde su descubrimiento en 1930, Plutón ha sido asociado con el poder, la transformación, la regeneración y lo oculto. Representa las fuerzas que operan en lo profundo del subconsciente, las que nos empujan a enfrentar nuestros miedos más oscuros, y a renacer de nuestras cenizas como un ser renovado y fortalecido. Este pequeño pero poderoso cuerpo celeste es conocido por su intensidad, misterio y capacidad de metamorfosis.
Además, Plutón en astrología es visto como un agente de cambio a gran escala, que influye en las generaciones y en los ciclos históricos. Su lento movimiento a través del zodiaco significa que su impacto es trascendental, afectando a grupos enteros de personas nacidas bajo su influencia y a los eventos mundiales. Las crisis, las guerras, los cambios radicales en la estructura social y económica, todos estos fenómenos van inexorablemente asociados a Plutón. Su presencia en el gráfico natal puede señalar áreas donde una persona experimentará grandes cambios o se enfrentará a desafíos significativos que requieren una profunda introspección y un cambio de perspectiva.
En este sentido, la degradación de Plutón a "planeta enano" por la Unión Astronómica Internacional no altera su simbología ni su impacto astrológico. La astrología no depende de la clasificación científica de los cuerpos celestes. Lo que importa es cómo estos cuerpos han sido observados y comprendidos a lo largo de la historia astrológica, y en el caso de Plutón, su poder simbólico sigue siendo tan relevante hoy como lo era antes de su recategorización. La energía que Plutón representa continúa operando en ese nivel profundo de la psiqui, afectando tanto en la psicología individual como en los grandes movimientos sociales y culturales.
Así que, aunque en el mundo de la astronomía Plutón haya perdido su estatus de planeta, en la astrología sigue siendo un titán, una fuerza transformadora que no puede ser ignorada. Su influencia sigue presente en cada análisis astrológico de un gráfico natal, en cada uno de sus tránsitos, y en su impacto directo en los ciclos históricos que afectan a la humanidad. Por lo tanto, lejos de ser relegado al "baúl de los recuerdos", Plutón sigue ocupando un lugar central en la astrología, con sus características y significados intactos, recordándonos que la verdadera esencia de los cuerpos celestes va más allá de su definición científica.