La OTAN se fundó en Washington el 4 de abril de 1949. Actualmente, la integran 31 países y su sede está en Bruselas. La organización se creó con el fin de establecer un sistema de defensa colectivo, en el cual los Estados integrantes acordaron defender a cualquiera de sus miembros que fuera atacado por una potencia externa. Desde su fundación, la OTAN ha evolucionado para abordar nuevos desafíos de seguridad global, como el ciberterrorismo y las amenazas híbridas. Además de su función defensiva, la alianza también ha trabajado en misiones humanitarias y de mantenimiento de la paz en diversas regiones del mundo. A lo largo de los años, ha demostrado su compromiso con la promoción de los valores democráticos y los derechos humanos, manteniéndose como un pilar clave en la seguridad y estabilidad internacional.
La génesis de la OTAN se encuentra en el clima geopolítico de la posguerra, marcado por la creciente tensión entre las potencias aliadas occidentales y la Unión Soviética. La Guerra Fría emergió como un enfrentamiento ideológico y político entre el bloque occidental, liderado por Estados Unidos, y el bloque oriental, también conocido como el bloque de Europa del Este, que estaba bajo el paraguas de la Unión Soviética. El miedo a la expansión del comunismo y la amenaza de una guerra nuclear llevaron a la creación de un pacto defensivo que asegurara la estabilidad entre los aliados. Sin embargo, una vez desintegrada la URSS en 1991, la OTAN no se disolvió, sino que siguió operativa.
El Tratado del Atlántico Norte, firmado en Washington D. C. en 1949, estableció a la OTAN como una alianza militar con el compromiso de que un ataque contra uno o varios de sus miembros sería considerado un ataque contra todos. Este principio de defensa colectiva proporcionó una garantía de seguridad a los países miembros y se convirtió en el pilar fundamental de la organización.
Los doce países fundadores de la OTAN fueron Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos, Noruega, Portugal, el Reino Unido y los Estados Unidos. Este grupo inicial compartía una visión común de la democracia y la economía de mercado, fundamentos que fortalecieron su cohesión.
En la década de los años 50 del siglo XX, se creó el Pacto de Varsovia, una organización de defensa militar establecida por la URSS en 1955 en respuesta a la OTAN, como frente de choque para repeler un posible ataque por parte de Europa Occidental, liderada por los Estados Unidos. Eso alentó a la OTAN a seguir desempeñando un papel fundamental en la estrategia de contención hacia la Unión Soviética, manteniendo una presencia militar significativa en Europa Occidental y llevando a cabo maniobras y ejercicios para disuadir posibles agresiones. La construcción del Muro de Berlín en 1961 y la crisis de los misiles en Cuba en 1962 fueron momentos críticos que pusieron a prueba la solidez de la alianza.
A pesar de las tensiones, la OTAN también buscó canales de diálogo con la Unión Soviética y sus países satélites, a través de reuniones y acuerdos destinados a reducir la posibilidad de un conflicto directo. Este enfoque contribuyó a la estabilidad en el continente europeo.
Con el colapso del bloque soviético y el fin de la Guerra Fría en la década de 1990, la OTAN se embarcó en un proceso de adaptación para enfrentar nuevos desafíos. Varios años después de la caída del Muro de Berlín en 1989, aprovechando el debilitamiento económico y político de Rusia, país heredero de la desaparecida Unión Soviética, la organización intervino en la guerra de Yugoslavia, lo que se convirtió en la primera acción militar conjunta de la OTAN sin el consentimiento de la ONU.
En esos años, la Alianza Atlántica mejoró sus relaciones con los antiguos países del bloque del Este, dando como resultado la incorporación de varios miembros que actualmente forman parte de la OTAN y que en el pasado eran parte estratégica del bloque comunista. Dicha integración se realizó con aquellos Estados que compartieran los valores democráticos y el compromiso con la paz y la seguridad europea y mundial.
En los años siguientes, la OTAN se involucró en operaciones de mantenimiento de la paz y de respuesta a crisis en los Balcanes, y más tarde en Afganistán. Estos compromisos redefinieron el papel de la organización en un mundo post-Guerra Fría, marcado por nuevas amenazas más difusas y asimétricas.